La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad que afecta al sistema nervioso central (cerebro, tronco cerebral y/o la médula espinal), dando una variedad de síntomas entre los que se incluyen alteraciones de la visión, dificultad de movimiento, alteraciones de la sensibilidad y del equilibrio.

 

Es una enfermedad crónica que puede llegar a debilitar al paciente a largo plazo, aunque también existen casos de afectación leve. Suele comenzar a una edad joven, entre los 20 y 30 años, aunque puede debutar a cualquier edad. La incidencia es tres veces mayor en las mujeres que en los hombres.

 

¿Cuáles son los síntomas de la Esclerosis múltiple?

Los síntomas son muy variables entre pacientes. Pueden incluir:

  • Cansancio
  • Dificultades en la visión: visión borrosa en un ojo, aunque raramente en los dos a la vez
  • Dolor al mover los ojos
  • Alteraciones de la sensibilidad en un brazo y/o pierna
  • Pérdida de fuerza en un brazo y/o pierna
  • Alteraciones del equilibrio y coordinación resultando en caídas
  • Espasmos musculares con rigidez
  • Problemas de vejiga
  • Disfunción eréctil

 

Los síntomas pueden remitir y recurrir, otros evolucionan de forma progresiva, con ocasionales períodos de empeoramiento puntuales. Según el tipo de EM, el tratamiento y manejo del paciente será diferente.

 

¿Qué causa la Esclerosis múltiple?

Hasta ahora no se sabe la causa exacta de esta enfermedad. Las teorías sugieren que es una combinación de factores genéticos y ambientales. Se considera una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca al recubrimiento de las neuronas, llamada mielina. La función de la mielina es proteger y facilitar la transmisión de señales eléctricas de las neuronas tanto en el cerebro como en la médula espinal. Este daño hace que la transmisión de información sea menos efectiva , resultando en los síntomas descritos. A nivel celular se crea un área de inflamación que se visualiza en la resonancia magnética como lesiones o placas desmielinizantes. Después de un brote o un ataque, la inflamación se puede resolver completamente o puede dejar un área de cicatrización de la mielina llamada esclerosis. Si el paciente experimenta varios ataques puede presentar un daño permanente en los nervios subyacentes.

 

Algunos factores pueden contribuir a la aparición de EM, como por ejemplo:

  • Historia familiar: Determinados genes aumentan la susceptibilidad a padecer la enfermedad.
  • Factores geográficos: La EM es menos prevalente en países cerca del ecuador. Se cree que esto puede estar en relación con la exposición solar y la vitamina D.
  • Fumar: aumenta el riesgo de EM
  • Ciertas infecciones virales: por ejemplo del virus Epstein Barr.

 

¿Cómo se diagnostica la EM?

Diagnosticar la EM puede ser difícil, ya que no existe una prueba única que confirme la enfermedad y hay que descartar otras entidades que puedan producir síntomas y lesiones similares. El diagnóstico se realiza a través de la combinación de distintos exámenes, incluyendo una historia clínica completa, una exploración neurológica que sugiera daño del sistema nervioso central, una resonancia magnética que demuestre placas desmielinizantes, potenciales evocados para valorar la transmisión de las señales eléctricas en las vías visuales o sensitivas, y una punción lumbar para examinar el contenido y composición del líquido cefalorraquídeo (el cual envuelve al cerebro y la médula espinal, presentando alteraciones típicas en estos pacientes).

A pesar de estas pruebas, el diagnóstico de EM solo se puede hacer con seguridad si el paciente presenta más de un ataque de inflamación que afecten a dos regiones del sistema nervioso central diferentes, por lo que es fundamental el seguimiento evolutivo.

 

¿Cómo se trata la Esclerosis múltiple?

Actualmente no existe una cura definitiva para la EM, aunque los tratamientos disponibles se han desarrollado enormemente en los últimos años, contribuyendo a un cambio importante en la calidad de vida de los pacientes. Los tratamientos se enfocan en tres áreas:

  • El tratamiento de un brote: El tratamiento de corticoides intravenoso durante 3-5 días acelera la recuperación del paciente, sin influir en el grado de recuperación a largo plazo.
  • El tratamiento preventivo de futuros ataques: Estas terapias son específicas para la EM y reducen la recurrencia de futuros ataques. En nuestro medio disponemos del beta interferón (Avonex, Rebif, betaferon), y el acetato de glatiramer (Copaxone), las cuales se administran en inyecciones de forma subcutánea o intramuscular. También hay otros fármacos orales (feriflunamida, fingolimod, o dimetilfumarato), e intravenosos (natalizumab, alemtuzumab) que tienen diferentes perfiles de efectos secundarios y modo de empleo. Todas estas terapias están indicadas en pacientes con EM de tipo recurrente-remitente, o en aquellos con enfermedad progresiva con brotes causantes de discapacidad.
  • Terapias sintomáticas: Enfocados a tratar los síntomas como el cansancio, los espasmos, etc. que junto con la rehabilitación ayudan a mejorar la calidad de vida de los pacientes.